Liderar con estoicismo
09-10-2025
El comportamiento de la persona o personas que lideran determina directamente el comportamiento de la organización. La inestabilidad emocional de quien lidera desestabiliza a toda la organización. Por eso el autocuidado es fundamental para líderes. No deben operar desde el miedo, la ira, la frustración, la euforia… no deben relacionarse con los demás “en caliente”. No solo es importante lo que se dice sino cómo se dice, desde dónde se dice. Transmitir un mensaje positivo pero con un lenguaje corporal incongruente, tenso, violento… causa confusión. Las palabras tienen que coincidir con lo que se piensa y se hace, honestamente. Los humanos somos muy buenos detectando la falsedad.
El estoicismo es muy útil en lo personal, especialmente cuando se lidera. En la última década se ha vuelto a popularizar, así que es fácil encontrar una gran variedad de libros y cursos sobre estoicismo. Uno de los libros que más me gustó a mí es el Diario para Estoicos de Ryan Holiday. Recuerdo que solía leer unas páginas del libro cada día, que viene pensado para que se pueda leer todo el año, como un diario. De vez en cuando lo vuelvo a leer. Esto, junto con la meditación (mindfulness), me ha dado la templanza que he necesitado en los momentos más complicados. Cuando hay que dar una mala noticia, o una buena noticia, cuando hay peligros, cuando hay demasiado miedo o incertidumbre, hay que digerir bien para no contagiar caos a toda la organización. Para no compartir información a medio cocinar que confunda a la gente. No quiere decir que no se pueda mostrar vulnerabilidad liderando, al contrario, el toque adecuado de vulnerabilidad humaniza las organizaciones y conecta a las personas. De esto habla mucho Brené Brown. Ahora bien, liderar con vulnerabilidad no significa pensar en voz alta ni contagiar los nervios a los demás. Otra herramienta que me ha ayudado mucho en esos momentos ha sido recurrir a una coach que me escuche con atención, sin juicio, y me lance preguntas sabias. En estos años me he apoyado siempre en mi amiga Rosa Elvira González.
Conforme la organización fue madurando fueron apareciendo líderes naturales que con su intraemprendimiento y su ejemplo se convirtieron en grandes apoyos. No fueron personas a las que se les asignase la responsabilidad, ni se les otorgase un rol o se les pidiese un plus. Fueron personas que naturalmente demostraron que lideraban desde el buen hacer. Así, de manera muy orgánica, formamos un comité de dirección que funciona como un grupo de terapia que se apoya mutuamente. Antes de lanzar un mensaje potencialmente complicado a toda la organización, se comparte en este grupo, se debate desde diferentes visiones y se trabaja. Esto no quita que siga siendo necesario el autocuidado, sino que suma (para mí es esencial practicar meditación cada día). De hecho, también hay que cuidar del comité de dirección por lo que cada pocos meses nos reunimos para compartir un rato de ocio en persona. Alguna actividad agradable, divertida o relajante para fortalecer la conexión como seres humanos. Desde una posición de liderazgo en la que, además, hay autoridad (un cargo de poder como CEO), inevitablemente hay que delegar tareas y responsabilidades. Sin embargo, la templanza no puede delegarse. El carácter no puede ser delegado. Como líder no le puedo pedir a otra persona que sea asertiva por mí, ni que transmita calma, ni que transmita optimismo. Justamente eso, es liderar; infundir prosperidad a partir de un estado de calma interior.
Pretender delegar la estabilidad emocional, pretender ser comprendido y arropado en todo momento, pretender ser transparente con mi propio malestar interno, fueron los errores más importantes de los que aprendí en anteriores fracasos como líder. Liderar puede parecer un acto muy solitario aun estando rodeados de gente. La autocompasión es el mejor antídoto contra la soledad del liderazgo.
¡Cuídate mucho, líder!, ¡para poder cuidar a los demás!