Desde que entré en el mundo del desarrollo, nunca tuve un rol de consultor, sino más bien uno de acompañamiento, donde me conectaba con el equipo del colaborador y trabajaba siempre como un miembro más del equipo: sacando funcionalidades, participando en reuniones, dando mi punto de vista, recordando que existen tests y que no se harán solos, etc.
Pero en los últimos años he estado más con colaboradores en los que sí he tenido un rol de consultor, que, a diferencia del rol de acompañamiento, llegas con el principal objetivo de ayudar a crecer a las personas y no tanto a programar en el código ni a sacar funcionalidades. Tu mente pasa de “esta podría ser una buena solución” a “si lo digo de esta forma quizás mi compañero pueda dar con la solución correcta”.
Basada en mi trayectoria, he podido sacar algunas conclusiones que podrían ser de ayuda:
La confianza en uno mismo: puede que sea el síndrome del impostor o puede que sea ese miedo a enfrentar un nuevo reto, que de primeras, no parece fácil. Da igual el motivo; lo que importa es que te han metido en este proyecto porque saben que puedes y que tienes los conocimientos. Cuando ves que las personas con las que trabajamos nos agradecen las cosas, de la nada cuentan con nosotros para resolver problemas, notas que aplican las cosas que hemos explicado…, ahí es cuando empiezas a entender que tienes las capacidades para afrontarlo, y esa dificultad que teníamos al principio se va desvaneciendo.
La comunicación jerárquica: es decir, cuando en el colaborador, es una persona o un grupo de personas que no están programando con los compañeros, pero son los que nos llaman porque quieren inculcar en la empresa nuestra forma de trabajar. Cuando esto sucede, es habitual que las personas con las que trabajamos en el día a día, o no son conscientes de por qué estamos nosotros ahí o, simplemente no están de acuerdo con ese cambio, lo cual genera una dificultad. La solución podría ser tan simple como al inicio, preguntar a todos los compañeros que esperan de la colaboración o incluso de ti en algunas circunstancias, y seguidamente expongas el propósito de nuestra entrada. De esta manera, nos alinearemos desde un principio y podremos evitar posibles problemas en un futuro a corto plazo.
Quien no quiere, no quiere: un poco enlazando el punto anterior, cuando una de los compañeros no quiere ir por el mismo camino que nosotros, primero, no te lo tomes como algo personal. No venimos a cambiar a la empresa entera, ni tampoco a predicar la palabra de un ser superior, venimos a aportar nuestro granito de arena e intentar que sea un poquito mejor cuando acabamos que cuando empezamos. Algo que nos puede ayudar bastante en esta labor es identificar a esas personas más afines a nosotros o a nuestras ideologías para después intentar aportarles más a ellas. No digo que dejemos a los demás de lado, sino que esas personas afines podrán adquirir más fácilmente lo que queremos enseñar y, como consecuencia, podrán ayudar a los otros compañeros que no son tan afines. Así, pasaríamos de un simple granito de arena, a una bola de nieve que se expande de forma exponencial.
“Escucha con los ojos”: no todo el mundo sabe expresarse como le gustaría, presta atención a los pequeños detalles. Esto es un poco más difícil, pero cuando estés en reuniones o explicando cosas, fíjate en esa persona que apenas habla, en esa otra que habla demasiado, o incluso en la que desprende confianza, ya que podrías sacar mucha información indirectamente que, estoy seguro que te ayudará después. Es normal que no puedas prestarle atención a todo el mundo, pero siempre hay solución, intenta grabar la sesión y, después, con más tranquilidad, analiza las situaciones y los comportamientos. Por ejemplo, si un día estás con una persona que normalmente pasa desapercibida o que apenas habla en reuniones grupales, podrías decir alguna referencia de algo que haya dicho anteriormente, demostrando que, de lo poco que ha hablado, tú te has acordado de sus palabras. O si, otro día, estás con otra persona que no consigue interiorizar lo que le estás explicando, sí, quizás podrías volver a explicárselo con otras palabras, pero puede que sea de más ayuda si, en vez de explicarle todo de nuevo, le haces preguntas para que reflexione y encuentre la respuesta por sí misma.
Podría sacar más puntos, pero creo que estos han sido los que más me han ayudado. Mi primera colaboración como consultor, para mí, fue un fracaso. Éramos dos consultores y gracias a mi compañero, todo fue bastante bien. Lo digo sin ningún remordimiento, porque esas dificultades con las que me topé, son las que han hecho que crezca y aprenda de mis errores. No somos perfectos, no podemos hacerlo todo a la primera siempre, al fin y al cabo, somos personas. Cuenta con tus compañeras y compañeros, verbaliza las situaciones que no has sabido controlar, los éxitos que has conseguido, pregunta sin miedo las dudas que tengas… Gracias a eso, la siguiente colaboración en la que estuve, obtuve muy buenos resultados evitando o solucionando muchas de las dificultades por las que pasé anteriormente.
El código no cambia por sí solo, pero las personas que lo programan sí.
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